Puñales de fin de año

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Hay sonidos de percusión que se intensifican a medida que el final de año se acerca.

Me abrazo, me beso, me quiero, por fin.

Comienzo y termino el año con el mayor aprendizaje que he podido vivir: estoy solo.

Siempre huyendo del monstruo silencioso que me asfixia en la oscuridad de mi cuarto, ¿soy válido?, ¿soy interesante?, ¿soy querido?, ¿soy importante?, ¿soy la prioridad de alguien?

Preguntas que he aprendido a ignorar o, en su defecto, a darle menos importancia. Tengo el control de mi independencia por el momento y no puedo permitirme perderlo.

He crecido, sigo creciendo, estoy orgulloso y me siento en equilibrio. La armonía es efímera y sufro por la incertidumbre, las ambiciones y mis desmedidas expectativas sobre el curso de la vida. Pero ahora siento las emociones sin padecerlas.

Aún así, se me acumulan los propósitos y tareas personales para un futuro que parece bastante incierto. Ciertamente no tengo nada que dar por sentado, ni siquiera en lo cercano.

«Crece ante la adversidad»

Tener tan pocas ataduras me hace poderoso y quiero aprovecharme de la situación que vivo de manera fortuita. Pero no estoy exento de debilidades.

La muerte de mi abuelo marcó un punto de inflexión en mi forma de vivir y percibir mis siempre anhelados retiros a la casa de la playa. Como un parásito que necesita alimentarse de lo que me aporta, siento una gran dependencia por esa casa.

Este año las reflexiones, la purificación y la sanación las llevo a cabo lejos de mi refugio. Es diferente.

Lejos de la arena, del calor de la chimenea, de la montaña, de los largos paseos de carretera. Y del faro. Así es como me obligo en esta ocasión a escribir las reflexiones que, perezosas, se me agolpan ahora en las puntas de los dedos. Quizá porque ahora ellos están conmigo en todas partes, o simplemente porque es justo comenzar a trabajar el desapego ahora que estoy a tiempo de cuidarme.

De salir a flote.

Os quiero.

Te quise.

Me despido este año con Nilüfer Yanya cantando desde dentro de mi pecho «Thanks 4 Nothing».

Gracias Grimes, Florence, FKA Twigs, Nao y a todos los que han formado parte de mis introspecciones.

Adiós

 

 

Dunas

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Huele a todas las esencias, vienen de la profundidad

El cielo de sabanas grises, que traen espuma del más allá

mezclao con las olas y la brisa, de fondo suena fletwood mac.

 

Se ven las luces en la ciudad de Tánger

Me invaden los recuerdos

El faro traza al fin mi camino y aun así me pierdo.

 

La vida sigue, no soy el mismo

Hemos cambiado, ahora es distinto

De un dia a otro he aprendido a ser el chico que nunca fui.

 

Y en el aire hay un filtro de añil y violeta

He visto el cielo a través del mar y en él todas las nubes que un día fueron tormenta

He visto claveles surcar marismas y en el desierto florecer un olivo

Tengo frío pero no me importa al menos así sé que estoy vivo

 

He visto la vida crecer, en lugares donde solo había piedra

Y esos caballos cabalgar, en la orilla donde solo hubo guerra

Entierro una parte de mí, la parte que sale de mi cabeza

He visto esa ola morir, ella abraza la orilla con su tristeza.

 

He visto la calma y el caos, mi futuro romperse en pequeñas piezas

He visto un pobre niño llorar, y su madre viuda que solo reza

Y he enterrado mis pies para volar,

estoy a salvo en el cielo, es mi única certeza.

10 de septiembre

Desde la cocina se oyen sonidos.

Hay cantos de tórtolas, el roce de las hojas de los árboles, el sonido de la cafetera y el de la lavadora.

Apenas son las 10 de la mañana, pero ya suenan los helicópteros.

Sin duda el ruido de las aspas de los helicópteros eclipsan todos los demás sonidos.

Como las vidas de la gente de este pequeño y recóndito lugar.

Sin noticias.