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Me siento frente a todas las cartas que me has enviado y con el peso de las experiencias de este año. Pesan más los momentos de remordimiento que los felices. Pero mi (dos veces) operada espalda es capaz de soportarlo.

Me siento frente a las poesías, crónicas y confesiones. De alguna manera, estamos conectados y sé que tu alma también ha sufrido el puñal rojo este año. Ese puñal que te deja una marca imborrable.

A lo mejor no era nuestro momento y nos precipitamos. O, simplemente, nos tocó vivirlo como parte de el juego final. Como parte del sacrificio que hacemos sobre el tablero de la vida.

Siento tu dolor y lo vivo por dentro. Leerte es revivirme y sentirte es desatar emociones ocultas. A veces me da miedo y otras veces siento un deseo irrefrenable de experimentar el sucio morbo de despertar algo que ya está muerto. Es macabro como la esperanza de lo imposible. Un exceso de fe es lo que nos ha matado.

Pero tú sabes que no eres tan efímero como un clavel, aunque a veces te sientas uno de cristal oscuro. Eres la tierra que da vida, generosa, a la más pura belleza. Eres el lienzo y el pincel. Eres un cielo estrellado de agosto, sobre el que se pierde la mirada curiosa que quiere ver el final. Pero tan profundo que mis ojos no alcanzan a verlo.

Sácate ese puñal rojo que cubre el río de tu sangre. Levántate y sana. Nadie va a venir a socorrerte. Porque el río solo está dentro de ti y si no sales tú solo, te ahogarás.

¡Ay! Si tú supieras que esto que te escribo me lo digo, también, a mí. Verdugo de mi destino. Suelta la guadaña.

Para ser un ser tan solitario, me has brindado la mayor de las compañías, con caricias y afectos intangibles. Como el sol (Ra) que te arropa en estos fríos días de invierno.

Quizá seas esa excepción de que los artistas son, por naturaleza, narcisistas. Pero no dejes que la modestia y la inseguridad te aniquilen. Vales lo suficiente como para quebrar el difícil muro del éxito con tus uñas feroces. No te achantes, no des un paso atrás. Convierte la cicatriz en el motivo de tu crecimiento. Hazlo y compártelo con el mundo.

Desilusiones podría ser el título de nuestra siguiente obra. Pero personalmente, estoy cansado de sentirme decepcionado por culpa de unas ideas plagadas de fantasía. ¿Y tú?

No te odies, no naufragues. Porque eres un faro de luz. Y sin saberlo, estás guiándome hacia la plenitud.

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